Una perspectiva no-antropocentrada desafía la visión tradicional en la que los humanos se consideran el centro del mundo, lo que implica un enfoque ético que reconoce el valor intrínseco de todos los seres vivos, incluidos los animales. una perspectiva no-antropocentrada reconoce que los animales tienen un valor en sí mismos, independientemente de su utilidad para los humanos.